domingo, 25 de mayo de 2008

La alarma que sonó tarde

Aquella mañana del 25 de mayo de 1938 no parecía diferenciarse en mucho de otra cualquiera de la suave primavera alicantina. Los hombres trabajaban y las mujeres se ocupaban de las labores del hogar, incluída la de hacer la compra en unos tiempos en los que la carestía estaba al orden del día. En el aeródromo de El Altet -perteneciente entonces a Air France-, un aeroplano de una línea comercial tocaba tierra sobre las 11.30 horas. Los fonolocalizadores -todavía no había radar- lo localizaron, pero bajaron la guardia. Fue un fatal error.

Minutos después, varias escuadrillas aparecieron en el cielo, provenientes de las bases aéreas de Franco en Mallorca. El general rebelde consideraba a Alicante como un objetivo susceptible de ser machacado en represalia por el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera. Y así lo ordenó. Los nueve Savoias de la escuadrilla italiana leal a Franco realizaron una primera pasada para fijar sus objetivos. Segundos después, mientras las 'revientamanzanas' -llamadas así por su poder destructivo- silbaban al caer, sonó la alarma antiaérea. Ya era demasiado tarde.

Centenares de mujeres y niños hacían cola en el Mercado de Abastos para proveerse de alimentos cuando la alarma empezó a sonar. Segundos después los obuses destrozaron el cobertizo donde se hallaban las hortalizas, y la vida de cientos de personas, civiles, que allí se hallaban. En los libros que hay publicados sobre el tema se pueden encontrar testimonios escalofriantes de miembros desperdigados, ríos de sangre y gritos de los heridos y moribundos. Pero la matanza aún no había terminado. Quedaba otra pasada de los Savoia, pero aún así hubo gente que ya empezaba a rescatar a los heridos.

Los héroes
Uno de los que llegaron al Mercado tras las primeras bombas fue Manolo Irles "Alacha". Aseguraba que "sólo veía cuerpos irreconocibles por la sangre y el polvo", pero intentaba rescatarlos. Mientras lo hacía, cayeron las bombas del segundo 'raid' de los Savoia, justo encima de su cabeza. Un bar servía de hospital de campaña y un carro de ambulancia, porque la de los bomberos no daba abasto. Pasó días ayudando a desescombrar la zona, en la que quedaron sepultados y destrozados centenares de cuerpos de alicantinos. Otros muchos hicieron como él.

En apenas unos minutos, la Aviación Legionaria Italiana había causado una auténtica carnicería de civiles. En concreto, entre 300 y 400 muertos, la mayoría de ellos mujeres y niños. Las bombas de Franco habían alcanzado la plaza del Mercado causando una auténtica masacre. Ramón Sanchis, vecino de Onil -a 40 kilómetros de la capital- recuerda que notaba "que el suelo temblaba con los bombardeos en Alicante". Franco ya tenía lo que quería: castigar a la ciudad 'roja' donde había sido fusilado José Antonio.

Los cuerpos fueron trasladados al cementerio, a San Vicente -por entonces llamado Floreal-, Agost y Novelda, y enterrados en fosas comunes sin identificación alguna. Alicante sufrió 46 bombardeos durante la Guerra Civil, si bien ninguno fue tan devastador, ni contra objetivos civiles como el de aquel día. Hoy, 70 años después, muchas familias aún esperan respuestas.

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