Lo que oigo acerca de las dificultades con el Ayuntamiento de Alicante para dar su preceptivo permiso con el fin de que la comisión cívica para la recuperación de la memoria histórica pueda instalar tres monumentos conmemorativos en aquella hermosa ciudad me llena de pesadumbre y me inspira una reflexión.
Pesadumbre porque en estos años en que se ha recordado el LXX aniversario de la guerra civil, la gran fractura de la historia y de la sociedad españolas contemporáneas, las autoridades municipales alicantinas no parecen dispuestas a que ni siquiera se honre mínimamente a las victimas, ya fuesen inocentes (las de los bombardeos) o soldados vencidos.
Reflexión porque es algo sintomático de un talante y de un cierto desconocimiento del pasado. En lo que se refiere a lo primero, ¿piensa acaso el Ayuntamiento que en un régimen democrático se borrará algún día el recuerdo de los años de plomo y de venganza? Y en lo que se refiere a lo segundo, ¿cree acaso el Ayuntamiento que los historiadores no desentrañaremos el sentido último de aquella contienda fratricida?, ¿que la historia que estamos construyendo no desmontará los mitos que propagaron los vencedores?, ¿qué no se respaldará jamás la tesis de que Franco se las apañó para dilatar y extender la guerra a fin de matar “rojos” y domeñar a sus generales, aunque fuese al coste de innumerables víctimas de su propio bando?
El Ayuntamiento de Alicante parece olvidar el dicho evangélico de que la verdad hace libres. También que los historiadores no solemos ser condescendientes con quienes impiden su conocimiento.
Angel Viñas
Catedrático de la UCM
Catedrático de la UCM
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